martes, 18 de octubre de 2016

Un niño prematuro

Hace poco escribí una entrada explicando lo que es un niño prematuro. Muchas personas me han preguntado a qué venía una entrada así en medio de tanta tontería. Mi club de fans en Bogotá me ha contactado pensando que estaba embarazado y me preocupaba que pudiera tener un niño prematuro debido a ingesta de altas cantidades de alcohol que es necesaria para crear cada una de las entradas que publico en este blog. La dueña de la panadería frente a la que vendo calcetines los miércoles me abordó la semana pasada preguntando si había sido padre recientemente.

Desde aquí os pido tranquilidad. La entrada del otro día no tiene nada que ver con el nacimiento de un heredero de mi imperio de las vivencias, sino que más bien está relacionada con mi propia historia. Quería publicar algunos datos contrastados sobre los nacimientos prematuros para soportar científicamente la historia de mi propio nacimiento antes de que os arrancaseis a escribir comentarios acusándome de mentirosos. Así pues, os pido por favor que leáis primero esta entrada y después, ya con una base teórica sobre la materia, continuéis leyendo. Aquí va mi historia.

Mi madre quedó embarazada de mí en un día de verano de un año que se calcula restando mi edad a la cifra dos mil dieciséis. La buena mujer, inconsciente de su estado puesto que por aquel entonces no existían Facebook ni los ginecólogos, continuó con su vida loca de trabajar y hacer las labores del hogar. Inconsciente como era de portar la semilla de la vida, un buen día le dio por hacer una limpieza general, lo que entre otras cosas incluía quitar el polvo de la enciclopedia Larousse. El enorme esfuerzo necesario para mover los descomunales tomos de sabiduría con objeto de su limpieza le provocó a mi buena madre un pequeño mareo que hizo que perdiera el equilibrio, cayendo al suelo entre libros enciclopédicos. Uno de esos libros le golpeó la pequeña barriga, hecho que provocó un aumento de presión en el útero que, tal y como más tarde explicaría el chamán de la tribu, fue lo que ocasionó mi nacimiento prematuro.

En aquel momento el periodo de gestación era de seis semanas, por lo que solamente medía noventa y cinco centímetros y pesaba cuatro quilos al nacer. Me costaba un tanto respirar, así que lo primero que hice fue abrir las ventanas para ventilar un poco. Como mi madre estaba todavía inconsciente me vi obligado a buscar información sobre lo que hacer en uno de los volúmenes de la enciclopedia. Gracias a la sabiduría acumulada en dichos tomos conseguí cortar el cordón umbilical, administrarme unas medicinas para evitar problemas circulatorios, hacerme una tortilla de patatas y reanimar a mi madre.

Os podéis imaginar el susto que se dio cuando me vio allí con las tijeras que había utilizado para cortar el cordón umbilical, todavía lleno de sangre y comiendo un pinchito de tortilla acompañado con una caña bien fresquita.

Una vez se recompuso y me ofreció la oportunidad de explicarle lo ocurrido nos presentamos mutuamente, nos dimos un abrazo y acabamos de limpiar el salón juntos.

Más tarde tomé un taxi para ir al hospital, donde me encerrarían en la UCIN durante siete largos meses hasta tener las condiciones de un recién nacido con una gestación normal. Después de aquella larga estancia en cuidados intensivos estaría preparado para una vida típica de bebé sin mayores complicaciones a parte de mi obsesión por los volúmenes enciclopédicos, la cual me acompañaría toda la juventud y fue desapareciendo con la implantación del cederrón (sí, esta palabra está aceptada por la RAE) como portador de sabiduría universal.

viernes, 14 de octubre de 2016

Esa amalgama insulsa en que se está convirtiendo el mundo

Llevo viviendo en Alemania la friolera de doce años. Cuando me marché de España corría pues el año 2004 y yo tenía 21 años. Como seguro podrán imaginar, muchas de las experiencias vividas en aquellos momentos se quedan marcadas a fuego para el resto de la vida. Es por eso que puedo recordar con especial facilidad mis impresiones en aquella época y puedo comparar la misma con la actualidad.

Una de las observaciones que hago al “transportarme” al año 2004 la hago al revivir las diferencias entre la España y la Alemania de aquel entonces. Y no voy a hablar de las diferencias económicas, que seguramente eran menores que ahora, ni de las tecnológicas, que son más que evidentes, sino que escribiré más bien de las diferencias culturales, sociales, de alimentación que apreciaba por entonces en el día a día. 

Recuerdo percibir que la gente vestía de otra manera. Es España Zara ya había explotado y cambiado el ropero de los jóvenes. Nosotros vestíamos Pull&Bear, Zara, Bershka. En Alemania tenían todavía un estilo más clásico, se veían más marcas de las de toda la vida pero también el armario estándar tipo C&A. Creo recordar que de las tiendas alemanas solamente conocía a H&M, la cual por aquel entonces ya se había instaurado en España. En los primeros años compraba ropa en cualquier comercio en Alemania con la total seguridad de que nunca encontraría a nadie vistiendo lo mismo en España. 

Escuchaba un aparato de radio a pilas que me había traído de España. En la radio se sonaban canciones en inglés y en alemán a partes iguales. Había diferentes emisoras con diferentes estilos, pero era casi imposible escuchar algo en Español como lo que se escuchaba en las discotecas de mi ciudad natal. Aprendí a canturrear temazos alemanes de Juli o Nena, y conocí al que considero el mejor cantante alemán, Xavier Naidoo. Cuando volvía a España de vacaciones tenía que ponerme al día en el pop, rock o rumba españoles, y a su vez traía conmigo algunas canciones alemanas o americanas que nadie conocía en mi tierra. 

Las ciudades alemanas eran bastante internacionales, pero cuando visitaba cualquier pueblo solamente veía esas casas típicas con tejados inclinados, madera en la fachada y preciosos colores, estampa especialmente bonita en el invierno. Esas imágenes eran de las cosas que más impresionaban a cualquier visitante de España. Las casas por dentro también eran considerablemente distintas. Muchas paredes empapeladas, diferentes tipos de madera, otros colores en la decoración, otros tipos de plantas que en España, muebles con distinto diseño y de fabricantes desconocidos. Al fin y al cabo, las casas eran diferentes tanto por dentro como por fuera.
 
La comida era totalmente distinta. Incluso se bebían otras cosas. Hace un tiempo escribí esta entrada dedicada a este tema. No encontraba raciones y tapas sino carnes con salsas, el imprescindible Kebab (turco, aunque instauradísimo en Alemania), y para beber el Apfelsaftschorle. En mi segundo año tuve la suerte de asistir por primera vez a la Oktoberfest en Munich, con esas jarras de litro, el codillo y esos Dirndl que nunca en mi vida había visto. Una experiencia impresionante e inolvidable. 

En el cine, que no visitaba, se proyectaban muchas películas alemanas con actores que nunca había visto. En la televisión había series, concursos y programas para mí totalmente desconocidos a excepción de alguno como Qué Apostamos, La Ruleta de la Fortuna o Los Simpsons. Ninguna señal de series españolas, cuya trama me relataban los amigos cuando volvía de visita o hablábamos por teléfono. 

La gente leía libros que desconocía de autores alemanes. En España reinaban los autores españoles o latinoamericanos. Pocas conversaciones recuerdo haber tenido sobre literatura a excepción de los clásicos. 

Cuando, después de recordar todas aquellas impresiones, reflexiono sobre las diferencias que puedo observar en la actualidad, veo cómo las mismas se han ido diluyendo de un modo terrible. 

Ahora encuentras no solamente Zara, sino todas las marcas de Inditex, H&M y Primark en todas las ciudades y muchos pueblos de España y Alemania. Es impresionante cómo todos los jóvenes visten de manera casi igual en los dos países. 

En la radio la música creada en cada país es la excepción. Ahora siempre suenan artistas como Lady Gaga, David Guetta o Pitbull. La música de DJ con alguna que otra colaboración Dance o Hip Hop, Reggaeton y poco más. 

Las casas que se construyen nuevas en Alemania son la típica construcción estándar barata cuadriculada con tejado plano. Por dentro las paredes blancas, los baños en blanco y negro y todas ellas amuebladas y decoradas en Ikea. Vamos, que las casas de mis amigos españoles son exactamente iguales a las casas de mis amigos alemanes. Veo el mismo armario, la misma estantería y la misma lámpara esté donde esté. 

Ahora voy al supermercado y puedo comprar chorizo o jamón, lo cual por otra parte está genial. En España tienes Lidl en cualquier ciudad con los mismos productos que en Alemania y el Kebab apareció hace unos años para quedarse. Incluso he visto algún Lizarrán en Alemania. Por no hablar de McDonalds o Burguer King, aunque aquellos ya estaban en los dos países en 2004. Ahora en España incluso hay Oktoberfest en las grandes ciudades incluyendo la correspondiente orquesta bávara.  

En cuanto a películas, series o libros nos hemos vuelto totalmente americanos. Game of Thrones, How I met your mother, Harry Potter, El código da Vinci. Ahora tanto españoles como alemanes ven, escuchan y leen lo mismo. Por supuesto que hay excepciones, pero la diferencia entre antes y ahora es espectacular.
 
En resumen, que vemos, leemos y escuchamos lo mismo. Vestimos igual, nos alimentamos igual… Estas son las consecuencias de la globalización. Al final no vamos a tener que luchar por conservar solamente los idiomas, sino que va a ser casi imposible conservar las diferentes culturas y tradiciones. Todo se está convirtiendo en una amalgama insulsa en la encuentras lo mismo vayas a donde vayas. En fin, una pena.

miércoles, 12 de octubre de 2016

La mentira de la pirámide poblacional


La pirámide poblacional

Llevan años contándonos que tenemos un gran problema, y es que la pirámide poblacional se está invirtiendo. Debido a este hecho, no hay suficiente cantidad de jóvenes para mantener a cada vez más personas mayores. Como consecuencia del envejecimiento de la población, cada vez tocamos a menos trabajadores por jubilado. Actualmente ya solamente hay dos trabajadores en activo por cada jubilado.


Fuente: http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/3esohistoria/quincena5/swf/q5_contenidos_2b/q5_contenidos_2b.png

Como es lógico, siendo así las cosas no hay manera de mantener las pensiones. De hecho, la hucha de las pensiones se está vaciando a pasos agigantados.
Aquí en Alemania nos dicen lo mismo que decían en España hace unos años: que los inmigrantes son buenos porque ayudan a agrandar la pirámide poblacional en su parte baja, de manera que tocaremos a más jóvenes por jubilado lo que garantizará que se puedan seguir pagando las pensiones.
Aquí tenéis un artículo muy sencillito del año 2000 que viene a reflejar el discurso que por aquel entonces era constante en los medios españoles. Un pequeño extracto del mismo:
Los economistas aseguran que será necesaria la llegada de 250.000 inmigrantes anuales para mantener la población activa en los niveles actuales en el año 2050 y evitar la quiebra de los sistemas de protección social. Otros rebajan el número de inmigrantes necesarios si se consigue aumentar la natalidad o si se aumenta la edad de jubilación.”
Aquí tenéis un artículo actual en alemán sobre las bondades de la inmigración, que nos vende ahora exactamente lo mismo que se nos vendía en España por aquel entonces.

El problema real

Pero lo que deberíamos ver también cuando pensamos en el rejuvenecimiento de la población como arma para conservar las pensiones es lo siguiente:
En la página anterior tenéis un enlace a la tabla Excel con todos los datos. La página se actualiza mensualmente, así que la información variará en el futuro. Por eso recojo aquí lo que considero los datos más relevantes para Agosto de 2016: 
  • En Agosto de 2016 la media de desempleo en los 28 países de la Unión Europea era del 8,6% lo que se corresponde con 20,9 millones de personas.
  • Para los menores de 25 años la media en los 28 países de la Unión Europea fue del 18,6% haciendo un total de 4,2 millones de personas.
Con esto quiero decir que la historia de que la pirámide poblacional sea un problema es una absoluta falsedad. Básicamente, si hubiese más gente joven en europa lo que habría es más paro y por tanto más gastos en subsidios. Lo que haría falta primero es más trabajo.
Lo malo es que el trabajo no se crea en Europa porque sí. Si piensas en los productos que consumes frecuentemente, ¿cuáles de ellos se fabrican todavía en Europa? ¿Con qué tipo de consumo fomentas la creación o conservación de puestos de trabajo en Europa? Ya te contesto yo: consumiendo alimentación regional, comprando en tiendas físicas (cada vez menos gracias a Internet), yendo de vacaciones dentro de Europa, consumiendo en servicios y cultura (bares, restaurantes, cines, conciertos, teatro…), consumiendo gas, electricidad y teléfono. Quizás tengas un coche fabricado en Europa y algún mueble del Ikea (aunque desconozco si los mismos se fabrican en Europa), pero poco más se me ocurre.
El problema es básicamente que:
  1. Debido a la globalización se fabrica en los países más baratos, y por tanto fuera de Europa.
  2. Debido al desarrollo tecnológico, cada vez es posible fabricar más y ofrecer mayores servicios con menos personal. Piensa por ejemplo en los bancos: ya es posible realizar cualquier gestión por internet, lo que hace innecesarias muchas sucursales y el personal asociado a las mismas. Operar una central eléctrica requiere hoy unas cinco personas cuando hace unos años eran necesarias al menos veinte. De manera similar sucede en todas las empresas e industrias.

 

La solución


La solución es sencilla en su teoría pero muy complicada en su realización: debemos asegurar que el aumento de beneficios que suponen los dos primeros puntos no se queda en las empresas y sus directivos sino que llega a sus empleados en forma de salario y al resto de la población a través de los impuestos. Básicamente, si ahora necesito un empleado para hacer el trabajo que antes hacían tres empleados, entonces ahora debería pagarle a ese empleado tres veces más. Además, los impuestos serían porcentualmente mayores de modo que podría estar manteniendo a más jubilados con menor número de trabajadores. Así saldrían las cuentas.

Otra manera similar sería repercutiendo el ahorro de los puntos 1 y 2 en forma de bajadas de precio, con lo cual al final con una pensión menor me podría permitir vivir de la misma manera. Esto es lo que tiende a pasar en la actualidad en muchos productos debido a que la competencia entre empresas obliga a bajar los precios para mantener cuotas de mercado. El problema es que este círculo vicioso lleva a la deflación, la cual hace imposible que se consigan llegar a pagar las deudas que se contrajeron en el pasado. Veamos de qué deudas estamos hablando.

Deuda pública

La deuda pública en la zona euro supone el 91,7% del producto interior bruto.

http://ec.europa.eu/eurostat/documents/2995521/7573561/2-22072016-AP-EN.pdf/16cdaec5-3f1c-4cab-a8cf-954b917e04a9

Deuda privada

En 2014 (últimos datos en el Eurostat) el ratio deuda / ingresos brutos de los hogares españoles era 112,4%, es decir, necesitaríamos ahorrar aproximadamente dos años de nuestro salario neto para pagar la deuda. En la zona euro el porcentaje es 94,7%, no muy alejado del de nuestro país.
La deuda de todo el sector privado incluyendo también a empresas no financieras está igualmente en torno al 100% de los ingresos brutos:

http://ec.europa.eu/eurostat/tgm/table.do?tab=table&init=1&language=en&pcode=tipspd20&plugin=1

Así pues, simplificando un tanto podemos decir que todas las personas, empresas y gobiernos en Europa están endeudadas por un valor equivalente al 100% de sus ingresos brutos. ¿Cómo se puede llegar a pagar todo ese dinero si no es mediante inflación? Sencillamente, es imposible.

Por lo tanto, resumiendo lo anterior tenemos dos posibles soluciones:

1 - Dejar al mercado actuar, generando precios cada vez menores debido a la globalización y libre mercado, con la consecuencia de que tarde o temprano se deberá acabar perdonando una deuda que, al menos en la zona Euro, parece cargar de manera similar a personas, estados y corporaciones.
2 - Aumentar drásticamente los salarios mínimos de acuerdo al aumento evidente de los beneficios de las corporaciones. Además, aumentar la carga impositiva para financiar los gastos sociales.

La mala noticia es que las dos posibles soluciones tendrían repercusiones impredecibles pero seguramente muy negativas para la economía europea, así que lo que se hace es básicamente cerrar los ojos y seguir corriendo hacia adelante, esperando que la pared esté todavía suficientemente lejos.

ACTUALIZACIÓN - Este artículo ha llegado a portada en Menéame. En los comentarios de Menéame tenéis apuntes y discusiones muy interesantes al respecto de este artículo. Muchas gracias a todas las personas que lo han votado.

martes, 4 de octubre de 2016

Pensamientos de un tipo inteligente frustrado por la situación actual


Vengo observando últimamente que cada vez me resulta más difícil mantener conversaciones satisfactorias con mis interlocutores. No creo que sea problema mío, puesto que tengo unas ideas muy fundadas y que además me encargo de contrastar continuamente. Además, no me siento anclado a ningún tipo de pensamiento, sino que más bien siempre estoy abierto a cambiar de opinión si la otra persona aporta datos o evidencias suficientes. Sin embargo, creo que esta predisposición que yo traigo es algo cada vez más escaso, lo cual desgraciadamente he ido confirmando en todas y cada una de las conversaciones que he tenido en los últimos meses.

Siento que discutir con estas personas no tiene sentido. Se limitan a repetir afirmaciones categóricas y políticamente correctas sin ningún tipo de fundamento, afirmaciones que han escuchado o leído en los medios de comunicación. Cada vez que intento hacerles razonar y que me expliquen por qué piensan de uno u otro modo, me encuentro con que no son capaces de pasar de la superficie, de la argumentación fácil que han asimilado pero nunca han puesto en duda. Puede tratarse de economía, política, deporte o ciencia, da igual. Todo el mundo tiene una opinión de todo, pero nunca se trata de su propia opinión sino que parece que hayan aprendido un texto o estudiado un papel teatral.

En el momento en que intento transmitir una idea que no es “mainstream”, algo que se sale del pensamiento estándar, me doy cuenta de que mis interlocutores no están dispuestos a esforzarse en entender dichas ideas y cuestionarse si tienen sentido o no y por qué. La mayoría de ellos simplemente lo que quieren es que se les dé la razón, a poder ser repitiendo una argumentación de tenderete que ellos mismos han escuchado en la misma cadena de televisión, para así enlazar una obviedad tras otra y sentir que saben de lo que están hablando.

Y es así como llegamos a sandeces como las que vemos en Europa, en la que en plena crisis económica y política se le da la bienvenida a millones de inmigrantes sirios sin ni siquiera saber dónde meterlos. Incluso en uno de los países más azotados por la crisis económica gana votos un partido de izquierdas que promete el oro y el moro sin saber muy bien de dónde sacarlo, en lo que se intuye la repetición del esperpento griego de hace unos meses.

A esto se une el hecho de que todo tiene que ser políticamente correcto. No se puede opinar ya sobre las mujeres, los homosexuales, los negros, los disminuidos físicos o los mexicanos sin ser censurado por la opinión pública. La gente no quiere pensar, pero los medios tampoco quieren que se piense. Se adoctrina a la población repitiendo una y otra vez las mismas falacias como que el que quiere trabajar tiene trabajo, que el precio de los pisos está subiendo o que los inmigrantes nos ayudan a aumentar la natalidad.

Es por todo lo anterior que he dejado de argumentar detalladamente mis posturas como hacía antaño ya que he aceptado que un debate intelectual no es ni va a ser posible, y en lugar de ello me limito a repetir mis ideas hasta la saciedad y con una lógica muy reducida que sea fácil recordar y repetir por los ciudadanos. Es con esta estrategia como he llegado a ser el candidato republicano a la Casa Blanca e incluso tengo serias posibilidades de ser elegido como presidente. Quizás cuando sea el Presidente de los Estados Unidos la gente me escuchará y estará más dispuesta a entender mis ideas, quién sabe.

Hasta entonces, saludos cordiales.

Donald Trump

martes, 27 de septiembre de 2016

Los niños prematuros

En lo que se considera un embarazo normal, el parto sucede entre las semanas 37 y 42 de gestación. Si el embarazo dura más, te sale un Falete. Si el embarazo dura menos de 37 semanas, entonces se habla de un niño prematuro.

Las causas de que esto suceda pueden ser muy variadas y van desde el consumo de drogas hasta afecciones médicas de la madre, pasando por cualquier complicación aparecida durante el embarazo.

Como es lógico, los bebés prematuros no han tenido tiempo a desarrollarse completamente, lo que conlleva una serie de complicaciones que se deben tratar. Gracias a los avances médicos, las probabilidades de supervivencia de un niño prematuro son de más de un 90% para niños que pesan más de 800 gramos.

Tras el nacimiento

El tratamiento necesario se da en la unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN). Básicamente, los problemas a solventar son:

Calor – Los bebés deben estar un tiempo en incubadora ya que carecen de la grasa corporal suficiente para mantener una temperatura adecuada.

Nutrientes – Los niños prematuros no pueden ser amamantados directamente y deben ser alimentados por sonda. Además, es necesario aportarles nutrientes y medicamentos para evitar mayores complicaciones.

Problemas respiratorios – Estos problemas se producen porque los pequeños no han desarrollado completamente sus órganos, incluyendo el sistema respiratorio y la parte del cerebro encargada de regular la respiración automática.

Infecciones – Los prematuros no tienen un sistema de defensas desarrollado completamente. Por eso es importante evitar las posibilidades de contagio de infecciones mediante medidas higiénicas y llevar un seguimiento adecuado del estado del bebé.

Problemas oculares – Un desarrollo anómalo de los vasos sanguíneos en los ojos puede ocasionar problemas de visión, que pueden ir desde la necesidad de llevar gafas a la ceguera.

Después de la UCIN

Tras asegurar un desarrollo adecuado en las semanas posteriores al parto, normalmente será necesario un control durante el crecimiento orientado al desarrollo motor, de las funciones del habla y control de la vista y oído principalmente.
 
Mitos
Los mitos asociados a la mayor inteligencia o aptitudes físicas de los niños prematuros no han podido ser verificados. Más bien se habla de un cierto hándicap en los mismos, el cual se hace mayor cuanto más pronto se produjo el parto.

El origen de este mito puede estar en épocas más antiguas, en las que solamente los niños muy sanos podían sobrevivir en ausencia de asistencia médica tras un parto prematuro. Esto podría hacer las funciones de una selección natural que causara que, en la antigüedad, los niños prematuros acabaran mostrando una cierta superioridad.


Fuentes: