lunes, 9 de enero de 2012

La vena de la indignación (1/3)

No es necesaria mucha experiencia para reconocer una curiosa tendencia en el mundo laboral: cuanto mejor trabajas más marrones te caen. Por supuesto, el esquivar portentosamente esos marrones mientras van cayendo del cielo cual lluvia de piedras y luego barrerlos del suelo hacia otro lado te puede ayudar (aunque no tiene por qué) a subir un par de escalones y descubrir otra segunda tendencia: cuanto más alta es tu posición, menos tienes que trabajar. 

Tras varios años trabajando para Botijos Ibarra me había convertido en el mejor ingeniero de la empresa. El jefe del departamento sabía que podía confiar en mí y actuaba en consecuencia. Cuando me escuchaba llegar a la oficina, Anselmo salía de su despacho y me lanzaba sonriente post-its, carpetas e incluso archivadores enteros a través de la sala de ingeniería mientras me gritaba hasta cuándo era necesario acabar una u otra tarea. 

Llevaba dos meses trabajando en aquel proyecto: un botijo de fibra de carbono con pantalla táctil y conexión 3G. MoviStar pretendía ofertar el botijo de última generación junto con un contrato mensual con permanencia de 24 meses a modo de financiación. También Orange y Vodafone se habían interesado por el producto. 

Nos habían llegado informaciones de que la multinacional coreana Samsung estaba planteándose desarrollar un botijo con prestaciones similares al nuestro. De alguna manera la compañía rival había logrado introducir un espía en nuestro departamento de desarrollo y había averiguado que estábamos desarrollando ese nuevo producto. El jefe decidió despedir al recadero Lee Kun-hee tras averiguar en Wikipedia que tenía algún tipo de relación con Samsung. Sea como fuere, la incertidumbre sobre si Samsung decidiría desarrollar el producto hizo crecer la presión sobre el departamento de ingeniería compuesto por mí mismo y dos tíos más con los que nunca había cruzado palabra alguna puesto que se dedicaban todo el día a jugar al World of Warcraft. Lanzar al mercado nuestro botijo después de que lo hiciera Samsung tendría una repercusión fatal sobre nuestros planes de ventas, de ahí la presión. 

Dada la situación, mi jefe Anselmo Ibarra se acercó un martes a mi mesa de trabajo. 

- Buenos días, Extraño Desconocido. Supongo que estará a cuenta de la situación actual con respecto al desarrollo del botijonet. Tenemos razones más que suficientes para pensar que Samsung va a desarrollar el mismo producto pero en otro color, y dado que se trata de coreanos creemos que en pocos meses serán capaces de inundar el mercado con su nuevo botijo. Se que puedo confiar en usted, Extraño, y es por eso que no me dirijo a ninguno de los otros dos odiosos engendros sino a usted para pedirle un esfuerzo especial durante las próximas semanas. Me consta que lleva varios años dando el doscientos por cien para Botijos Ibarra, pero espero que pueda dar incluso un poquito más durante un tiempo para ganar la carrera a Samsung. Estoy pensando en crear el puesto de jefe de ingeniería botijil, y por supuesto tendría muy en cuenta su esfuerzo a la hora de elegir al candidato ideal para esa posición. 

- Cuente conmigo, Anselmo. Nunca le he fallado y en un momento tan difícil tampoco lo haré.

Imagen sacada de www.botijopedia.com - NO ES COÑA

Al día siguiente encontré en mi mesa de trabajo un plan de desarrollo actualizado. Los tiempos se habían reducido en algunos casos hasta en un cincuenta por ciento. Estudié el plan durante unos minutos e intenté repartir equitativamente el trabajo entre mis dos compañeros y yo. Cuando acabé, le expliqué a Iván que debería comenzar inmediatamente con el análisis por elementos finitos del asa del botijo. 

- Claro hombre, ningún problema - contestó nervioso mientras secaba el sudor de su frente -. Dame solo tres horas para acabar con este puto dragón y me pongo a ello. 

Satisfecho, me dirigí al escritorio de Idelfonso para explicarle su parte. Una vez allí, descubrí con asombro que mi compañero no estaba. Pregunté a Iván si sabía dónde estaba Idelfonso, a lo que me respondió que Anselmo le había despedido hacía tres semanas. 

- Vaya, si te soy sincero ni lo había notado – apunté. 

- Pues yo no veas lo que me arreglé, se nota un montón que ahora hay más banda ancha disponible,  ahora el servidor tira como nunca – contestó risueño Iván. 

- Sí, pero mucho me temo que vamos a tener que pringar los dos con el trabajo que tenía preparado para Idelfonso. Tenemos que acabar el botijonet antes que Samsung. 

- Lo siento, pero tengo un contrato que no me contempla horas extras y además soy jefe de un clan virtual. No puedo fallarle a mis compañeros orcos, tío, tengo que estar todas las tardes ahí al pie del cañón. No cuentes conmigo. 

Mi política siempre ha sido la siguiente: tardas más en convencer a alguien de que haga algo que en hacerlo tú mismo. Esto vale para cualquier situación menos para planchar camisas. Así pues, taché el nombre de Idelfonso para escribir el mío al lado de todas las actividades que quedaban por repartir. Van a ser tiempos duros, pensé, pero espero que merezca la pena. 

Las primeras cinco semanas cumplí con los objetivos que había fijado en mi plan de tarea, eso sí, a costa de trabajar doce horas al día incluso los dos sábados. El martes de la sexta semana desperté con fiebre y dolor de cabeza, a lo que respondí con una ducha fría, una aspirina y una nueva agotadora sesión de trabajo. Al día siguiente mi cuerpo dijo basta. Las escasas horas de sueño, el estrés y la falta de alguna actividad de ocio para renovar fuerzas habían sido demasiado. Permanecí en cama hasta el sábado, día en que me sentí lo suficientemente recuperado como para volver al trabajo a continuar trabajando en el botijonet. 

La semana siguiente la carga laboral fue todavía mayor al tener que recuperar lo no trabajado durante los días que había estado enfermo. Fue el martes de la octava semana el día que cambiaría mi vida.

Continuación de la historia

3 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

¿Botijos con pantalla táctil? Es el summum de la agrotecnología, ¿no? :D

Me ha gustado eso de "Lo siento, soy el jefe de un clan virtual" El que no encuentra una excusa importante es porque no quiere.

Un saludo

Yyrkoon dijo...

:DD
Ves? Mucho mejor, ya no tenía sentido casi ningún párrafo. Si te esfuerzas un poquito y cambias aleatoriamente algunas letras y/o frases conseguirás el objetivo...

Sigue rápido que PPphone te va a la zaga con Mariano al frente.

Brubaker dijo...

Piensa en los orcos, necesitan ayuda. A lo mejor tu amigo sufría de orcofilia:
http://haypolemica.blogspot.com/2010/02/orcofilia.html