lunes, 9 de enero de 2012

La vena de la indignación (2/3)


La primera parte está aquí. Si no la lees, no tiene gracia.

- El aire acondicionado no funciona, tío – me dijo Iván al verme llegar -. Menudo calor estoy pasando. 

Las bajas temperaturas nocturnas habían refrescado las oficinas, pero efectivamente ya se empezaba a notar un calor un tanto incómodo provocado por los primeros rayos de sol. Encendí mi ordenador, abrí el archivo de Nastran en el que estaba trabajando y seguí introduciendo mallas para calcular de modo más exacto el punto del asa que estaba fracasando por excesiva tensión. A pesar de haber bajado las persianas, los treinta y cinco grados del exterior traspasaban lentamente las paredes del edificio al igual que lo hace el calor de un horno en un pollo. A eso del mediodía, el calor ya se había vuelto insoportable. Las gotas de sudor resbalaban por mi cara y aquellas que lograban escapar a mis pañuelos humedecían cada vez más el escritorio. Los nervios aumentaban al sentir cómo se ralentizaba mi ritmo de trabajo debido al calor, lo cual a su vez me hacía sofocarme cada vez más, alimentando ese círculo vicioso que me estaba torturando. En ese instante apareció Anselmo. 

- Anselmo, ¿qué pasa con el aire acondicionado? – le pregunté un tanto arisco. 

- Lo siento, Extraño, pero tenemos que ahorrar costes. Nuestros últimos botijos no están vendiendo como esperábamos y queremos reducir los costes fijos para no tener problemas. Pero no te preocupes, estoy seguro de que botijonet nos va a sacar del apuro. Tengo grandes esperanzas en ese producto. Por cierto, Samsung ha anunciado que va a presentar su botijung-SII en la próxima feria de botijos de Albuquerque el año que viene. Nuestras sospechas eran ciertas. Pero no te preocupes, me he apresurado en escribir un comunicado de prensa para anunciar que nosotros presentaremos nuestro botijonet dos meses antes, en la feria de Albacete. Por eso te pido que reajustes tu plan de desarrollo y lo acortes dos meses. Sé que va a ser duro pero no tengo ninguna duda de que lo lograrás. Además, para ayudarte he contratado a mi sobrino Arturito como jefe de ingeniería. No tiene ni puta idea de nada pero se va a dedicar a preguntarte todos los días si el desarrollo está cumpliendo con las fechas para después preparar una presentación y discutir conmigo durante horas todas las mañanas sobre cuestiones de estrategia y tal. 

- Pero don Ibarra, yo había entendido que me iba a dar ese puesto después del desarrollo del botijonet. 

- Extraño, efectivamente tienes todo lo necesario para desempeñar esa tarea, pero no me puedo dar el lujo de prescindir de tí como ingeniero arreglamarrones. La empresa te necesita en ese puesto – contestó serio don Anselmo mientras me daba una palmadita en el hombro que pretendía ser colegial -. De todos modos, he estado pensando en remunerarte las horas extras a razón de siete euros cada una. No quiero que todo este trabajo sea en vano. Te lo haré saber en cuanto decida sobre este tema. 

- Pero Anselmo, no puedo trabajar más todavía, necesito ayuda o un plazo más holgado – contesté desesperado -. Además de eso, siete euros para las horas extras me parece una miseria siendo que a la señora de la limpieza le pagas trece.

 - Extraño, confío en ti  - contestó guiñando un ojo.
Así me guiñó el ojo. Más o menos
Tras pronunciar estas palabras volvió a su despacho caminando hacia atrás todavía guiñándome el ojo y señalándome con el índice a la altura de la cara, afirmando lentamente con la cabeza mientras se desplazaba y moviendo los labios gesticulando una y otra vez ese “confío en ti”. Se encerró en su despacho y poco después escuché su risa, seguramente porque estaba viendo caídas aparatosas en Youtube. Puto desgraciado, pensé, podrías hacer los cálculos tú mismo, cabrón. 

- ¿Qué quería el jefe? – preguntó curioso Iván. 

- ¡IMBÉCIL! ¡Cállate y sigue trabajando, tienes un montón que hacer y no haces más que distraerte, joder! – grité con todas mis fuerzas mientras daba un fuerte puñetazo en su mesa.

Volví mi cuerpo irritado hacia el ordenador y observé la pantalla llena de líneas, puntos y números. El enfado se había apoderado completamente de mí y tornaba rápidamente en una ira incontrolabe.


Continuación

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

Me temo que en ese despacho asfixiante está a punto de explotar una turbina nuclear :S